El padecimiento de algún tipo de patología cardiovascular o coronaria genera en la persona un cierto estado de ansiedad y depresión que, por lo general, convierte la situación en un círculo vicioso.
La persona considera que su vida está en riesgo y que las actividades que venía desarrollando ya no las podrá volver a realizar, lo que, a su vez le sume aún más en un estado de depresión que agrava el cuadro clínico. Existe la creencia de que la realización de ejercicio es contraproducente en estos pacientes.
Como la actividad física incrementa el ritmo cardiaco, dejo de realizarla pensando que así evito un riesgo de crisis cardiaca
Hoy en día son numerosos los estudios que, fuera de los casos en los que está totalmente contraindicado, señalan el ejercicio físico como necesario en la recuperación del enfermo coronario.
La participación en programas de actividad física ha demostrado ser además un estímulo que eleva el ánimo de la persona de tal forma que, incluso antes de que la mejoría física sea cuantificable, el paciente manifiesta sentirse recuperado.
Así lo manifiesta José María Maroto Montero (Unidad de Rehabilitación Cardiaca, Hospital Universitario Ramón y Cajal, Madrid), para quien el factor determinante para la recuperación post-infarto es el psicológico, que viene favorecido por la implicación en un programa de rehabilitación física. Ambos factores se retroalimentan.
El tipo de entrenamiento va a depender del tipo de paciente. Se entrenará a distintas intensidades, pero en todos los casos se puede obtener un beneficio de la realización de ejercicio. Para fijar la intensidad del entrenamiento deberá realizarse una prueba de esfuerzo previa y tener en cuenta los resultados.
Los beneficios de la práctica de ejercicio podrían resumirse en:
- mejora de la calidad de vida
- evita deterioros psicológicos
- normaliza las relaciones socio-familiar y sexuales
- favorece la reincorporación laboral
- facilita el control de factores de riesgo
Según un metaanálisis publicado en el año 2011, la práctica de ejercicio produce una reducción evidente en tres factores: reinfarto, mortalidad total y mortalidad cardiovascular (III Foro de Salud Cardiovascular para Pacientes y Familiares. La importancia de la rehabilitación cardiaca después del infarto 2015).
Para Barry A. Franklin;Kimberly Bonzheim; Seymour Godar, “Se ha demostrado que la rehabilitación cardiaca basada en el ejercicio aporta una reducción del 20% al 40% en la mortalidad total y en la relacionada con causas cardiovasculares.
Debe existir una cuidadosa evaluación médica previa y seguimiento de cerca para reducir la posibilidad de provocar isquemia miocárdica o inestabilidad eléctrica, ya que podrían ser precursores de fibrilación ventricular.” (Rehabilitación del paciente cardiaco en el siglo XXI: cambiando paradigmas y percepciones)
Parece fuera de toda duda la necesidad de que los enfermos coronarios o cardiovasculares realicen un programa de rehabilitación que incluya un seguimiento por parte del equipo médico, la realización de una prueba de esfuerzo y la práctica de ejercicio controlado.
El corazón es probablemente el órgano que soporta una mayor sobrecarga durante el ejercicio. Se produce un aumento de las necesidades metabólicas que serán satisfechas a través del gasto cardíaco.
Las principales adaptaciones son:
- aumento del gasto cardiaco
- aumento del consumo de O2
- incremento del retorno venoso
- aumento de la contractilidad del miocardio
- disminución de las resistencias periféricas
Al ser mayor el incremento del gasto cardiaco que la disminución de las resistencias periféricas, se produce un aumento de la presión arterial que tiene como efectos: bradicardia en reposo, menor frecuencia cardiaca en esfuerzo submáximo, aumento del tamaño de las cavidades cardiacas (Guías de práctica clínica de la Sociedad Española de Cardiología sobre la la actividad física en el cardiópata, Araceli Boraita Pérez; Antonio Baño Rodrigo; José R Berrañueta Fernández; Ramiro Lamiel Alcaine;Emilio Luengo Fernández; Pedro Manonelles Marqueta; Carlos Pons i de Beristain).
Como venimos diciendo, el reconocimiento médico previo es obligatorio, lo que nos ayudará a descubrir cualquier lesión o patología cardiaca de riesgo, aquellas que puedan contraindicar la practica de ejercicio o la tolerancia al esfuerzo.
Para la Sociedad Española de Cardiología un reconocimiento básico debería abarcar:
- anamnesis relacionada con posibles patologías cardíacas
- estudio de antecedentes patológicos
- una exploración física
- actividad deportiva realizada
- electrocardiograma en reposo de 12 derivaciones y prueba de esfuerzo
En principio y siempre según las recomendaciones de la Sociedad Española de Cardiología, deberían evitar la práctica de ejercicio quienes se encuentren en alguna de las siguientes situaciones:
- angina de pecho inestable
- insuficiencia cardiaca
- seudoaneurisma ventricular
- aneurisma aórtico grave
Aún así, para José María Maroto, con un equipo multidisciplinar que controle al paciente y fijando las intensidades a las que deberá realizarse el ejercicio, siempre podrá producirse algún beneficio derivado de la práctica de ejercicio.
A pesar de las limitaciones de estos pacientes en relación al aumento del gasto cardiaco, se producen algunos cambios periféricos con aumento del número y tamaño de las mitocondrias que permiten una mayor captación de O2 y mejorar el rendimiento y la forma física.
- La mejoría puede ser alcanzada por los enfermos coronarios con independencia del tamaño del infarto o de la severidad de la disfunción ventricular.
- Se reducen las necesidades de flujo en la musculatura entrenada, lo que disminuye el trabajo cardiaco para un ejercicio determinado.
- Cambios en el perfil lipídico, lo que supone menos colesterol, menos concentraciones de glucosa.
- Sensación de bienestar; reducción de la tensión psíquica, reduciendo así la posibilidad de desencadenar una angina.
Por lo que respecta a la intensidad del ejercicio a realizar, parece que hay consenso en determinar que es más beneficioso el ejercicio a intervalos de intensidad alta combinados con intervalos de reposo o de descanso activo, que el ejercicio continuo a baja intensidad.
Según un artículo publicado en la revista Ciencia del Entrenamiento el 22 de febrero de 2013, (Entrenamiento HIIT y remodelado ventricular post infarto), “Numerosos estudios han demostrado que el ejercicio HIIT mejora la función cardiaca, tanto en sujetos sanos, como en pacientes…hasta la fecha no hay evidencias sobre los posibles efectos sobre la cicatriz cardíaca post infarto».
Los resultados de un caso clínico (Godfrey y col.; BMJ Case Rep. 13 feb.): paciente de cincuenta años que sufrió un infarto debido a una cuagulopatía y que dejó una cicatriz del 16% de la masa ventricular. Realizó un programa HIIT, evidenciando a las 60 semanas de programa una reducción significativa de la zona de tejido”.
Alfonso PerezReforzador Muscular
Como conclusión puede decirse que es necesaria la rehabilitación cardiaca, que ésta debe ser tratada por un equipo multidisciplinar y que el ejercicio debe formar parte no sólo del proceso de rehabilitación sino del estilo de vida del paciente.
Para el seguimiento de la enfermedad habla con tu médico cardiólogo, para la realización de ejercicio, no dudes en ponerte en manos de un entrenador personal cualificado que trabaje conjuntamente con tu médico. En Refuerzo Muscular podemos ayudarte.